Existe una registro histórico religioso en textos antiguos judíos que relata un encuentro entre un sumo sacerdote judío y Alejandro Magno. Según la crónica, cuando Alejandro Magno se aproximaba a Jerusalén con la intención de conquistarla, fue recibido por un sumo sacerdote sabio, quien le mostró un pasaje del libro de Daniel que hacía referencia a un conquistador poderoso que sería bendecido por Dios. Al parecer, esto llevó a Alejandro a respetar a Jerusalén y a los judíos, y decidió no atacar la ciudad.
El pasaje de Daniel 8:21-22 en la Biblia Reina-Valera 1960 dice:
21 El macho cabrío es el rey de Grecia, y el cuerno grande entre sus ojos es el primer rey.
22 Y el que fue quebrado, siendo cuatro en lugar de él, significa que cuatro reinos se levantarán de aquella nación, aunque no con su poder."
Estos versículos se refieren al macho cabrío como el rey de Grecia, simbolizando al primer rey, y mencionan que de ese rey (representado por el cuerno grande) surgirán cuatro reinos después de su caída, aunque no con el mismo poder que él tenía. Esta interpretación ha sido relacionada con la historia de Alejandro Magno y la posterior división de su imperio entre sus generales y sucesores tras su muerte.
Asimismo, en Daniel 11:3-4 dice:
3 Y se levantará un rey valiente, el cual dominará con gran poder, y hará a su arbitrio cuanto quisiere. 4 Pero cuando se hubiere levantado, su reino será quebrantado y repartido hacia los cuatro vientos del cielo; pero no a sus descendientes, ni según el dominio con que él dominó, porque su reino será arrancado y será para otros fuera de éstos.
Estos versículos son parte de las profecías que se han relacionado con la historia de Alejandro Magno y la posterior división de su imperio. La descripción de un rey valiente que dominará con gran poder y cuyo reino será quebrantado y repartido, pero no entre sus descendientes ni con el mismo dominio, ha sido interpretada por algunos como una referencia al ascenso y caída de Alejandro Magno y la división de su vasto imperio entre sus generales y sucesores después de su fallecimiento.
Según la historia, el sumo sacerdote que recibió a Alejandro Magno era un hombre sabio y erudito, y conocía bien las Escrituras. Cuando Alejandro Magno se acercó a Jerusalén, el sumo sacerdote se presentó ante él y le mostró la profecía de Daniel, a lo cual Alejandro Magno quedó impresionado por la profecía, y se dio cuenta de que podría ser interpretado como un presagio de su propio destino. En lugar de atacar Jerusalén, decidió respetar la ciudad y a sus habitantes.
La historia es una expresión de la creencia judía de que Jerusalén es una ciudad sagrada que está protegida por Dios. También refleja la admiración que los judíos sentían por Alejandro Magno, a pesar de que era un conquistador extranjero.
La historia del encuentro entre el Sumo Sacerdote y el conquistador griego se encuentra en varios textos judíos antiguos, incluyendo el Talmud y la Mishná, allí se detalla como Alejandro Magno quedó impresionado por la profecía bíblica, y se dio cuenta de que podría ser interpretado como un presagio de su propio destino. En lugar de atacar Jerusalén, decidió respetar la ciudad y a sus habitantes.
¿Quien era el Sumo Sacerdote en Jerusalén en ese momento histórico?
Según el historiador Flavio Josefo, el sumo sacerdote en el año 333 a.C. era Simón el Justo. Simón era un hombre piadoso y justo, y era respetado por su sabiduría y su liderazgo. Es posible que haya sido él quien recibió a Alejandro Magno y le mostró la profecía bíblica.
Sin embargo, también es posible que haya sido otro sumo sacerdote. En el año 333 a.C., el cargo de sumo sacerdote era hereditario, y era posible que el sumo sacerdote hubiera cambiado en los últimos años.
En cualquier caso, es probable que el sumo sacerdote que recibió a Alejandro Magno fuera un hombre sabio y piadoso, que estaba comprometido con la protección de Jerusalén y de la fe judía.
Si Alejandro Magno respetó a Jerusalén, ¿Cómo es que la ciudad cayó en manos del imperio griego?
Alejandro Magno respetó a Jerusalén porque era una ciudad sagrada para los judíos. Sin embargo, después de su muerte, el imperio griego se dividió en cuatro partes, y cada una de estas partes tenía sus propios gobernantes. Los gobernantes de estas partes no eran tan respetuosos de Jerusalén como Alejandro Magno, y comenzaron a interferir en los asuntos de la ciudad.
En el siglo II a.C., el rey seléucida Antíoco IV Epífanes trató de obligar a los judíos a abandonar su religión y adoptar la cultura griega. En el año 167 a.C., Antíoco profanó el templo judío al sacrificar un cerdo en el altar al dios griego Zeus.
En respuesta a esta agresión, un sacerdote judío llamado Judas Macabeo lideró una revolución que logró expulsar a los griegos de Jerusalén. Sin embargo, los griegos regresaron a Jerusalén en el año 142 a.C., y esta vez la ciudad permaneció bajo su control hasta el año 63 a.C., cuando fue conquistada por los romanos.
Por lo tanto, Jerusalén cayó en manos de los griegos después de la muerte de Alejandro Magno por dos razones principales:
El imperio griego se dividió en cuatro partes, y cada una de estas partes tenía sus propios gobernantes que no eran tan respetuosos de Jerusalén como Alejandro Magno.
El rey seléucida Antíoco IV Epífanes trató de obligar a los judíos a abandonar su religión y adoptar la cultura griega, lo que provocó una revolución judía que fue derrotada.
En conclusión, aunque Alejandro Magno respetó a Jerusalén, después de su muerte la ciudad cayó en manos de los griegos por una serie de factores.
¿Se menciona al imperio griego antiguo en otras profecías?
Sí, se menciona al Imperio Griego de manera general en otra profecía, en dónde se aluden a los diferentes imperios mundiales poderosos que dominarían la mayoría del mundo conocido hasta ese entonces (Cf. Daniel 2:35-45 ).
Particularmente en el pasaje bíblico de Daniel 2:39 dice:
39 Y después de ti se levantará otro reino inferior al tuyo; y luego un tercer reino de bronce, el cual dominará sobre toda la tierra.
El profeta Daniel anunció un tercer reino de bronce representado por el vientre y los muslos de la estatua. Ese nuevo imperio fue Grecia. Alrededor del 332 a.C., los ejércitos del gran conquistador Alejandro Magno atacaron al imperio medo-persa y lo derrotaron en una serie de batallas y estableció un dominio que perduró por aproximadamente 185 años (331-146 a.C.).
Alejandro Magno dio inicio al proceso de helenización, lo cual es el esparcimiento de la cultura, el idioma y la religión griega en el mundo civilizado de ese entonces. Después de la muerte de Alejandro en el 323 a.C., sus generales lucharon entre sí por el poder y después de más de 40 años de guerra (323-280 a.C.), el imperio griego quedó dividido en cuatro áreas: Egipto (los Tolomeos), Siria (los Seléucidas), Macedonia (los Antigónidos), y Pérgamo (los Atálidos).
Por más de 150 años, los judíos estuvieron bajo el control de los Tolomeos o de los Seléucidas. Entre el 175 y el 163 a.C., el rey Seléucida, Antíoco IV Epífanes trató de obligar a los judíos a dejar de practicar la ley mosaica y las costumbres judías y a adoptar la cultura griega. En el 167 a.C., Antíoco profanó el templo judío sacrificando un cerdo en el altar al dios griego Zeus. En respuesta a esta agresión, un sacerdote judío llamado Judas Macabeo lideró una revolución, la cual triunfó y el templo fue purificado y re-dedicado en el 164 a.C. Esto es lo que todavía se conmemora con la fiesta anual de Hanukkah – la fiesta de las Luminarias o de la Dedicación.